Me encanta el cine, la verdad. Soy una fanática de las películas, de ir al cine, de vivir toda esa experiencia: desde la emoción de ver en pantalla a ese actor o actriz que tanto te gusta, hasta esa sensación especial de compartir la historia con otros en la sala. El cine es, sin duda, una de mis grandes pasiones.
Eso sí, aunque adoro el séptimo arte, nunca me he planteado estudiar cine como tal. El otro día conocí a una persona que sí lo hizo: estudió cine en España, en un lugar increíble que se llama Escuela Universitaria de Artes TAI en Madrid.
Allí ofrecen de todo: formaciones especializada en cine (grados, másteres y diplomaturas) para preparar a los estudiantes para la industria audiovisual. Su iniciativa TAI INCUBA es una incubadora de largometrajes enfocada en el cine de autor. Este programa apoya a cineastas emergentes facilitando su inserción en el circuito cinematográfico internacional y promoviendo la experimentación y el riesgo creativo.
Si no solo quieres estudiar, sino también desarrollar un proyecto (como un cortometraje, por ejemplo), allí puedes presentar tu idea y, con suerte, ¡recibir apoyo y financiación para sacarlo adelante!
Este amigo me contaba que, aunque lo suyo es más la crítica especializada —de esas críticas que analizan encuadres, fotografía, edición, escenas de acción, efectos especiales—, también ha participado en proyectos con compañeros que se dedican a estar detrás de la cámara, a grabar, a contar historias y a hacer posible que esas ideas se conviertan en películas.

¡Y eso me parece fascinante! Gracias a personas como ellos, hoy disfrutamos de esas pelis que tanto nos gustan.
Yo, por ejemplo, soy de las que hace críticas más desde lo que siento: lo que vi, lo que me emocionó o lo que no me gustó. Pero también reconozco que hay personas que estudian cine y que pueden hacer una crítica más técnica, más detallada, y eso también es muy valioso.
El otro día veía un anuncio que decía: “Si criticas algo porque crees que no es tan bueno, ¿por qué no lo haces tú?” ¡Y es verdad! A veces somos buenísimos criticando lo que hacen los demás, pero a la hora de ponernos a hacerlo, ¡uy! ahí es donde la cosa cambia.
Yo misma lo confieso: a veces digo “qué película tan mala” porque me dejó con un sabor amargo o porque siento que no valió la pena, pero claro, hacer cine es algo muy diferente a solo criticar.
Y aunque a mí me apasiona el cine, nunca me he visto dirigiendo ni estudiándolo tan a fondo. Hay otras cosas que también me llaman la atención. Pero eso sí, si eres de los que adora el cine y quieres ir más allá de la butaca para aprender a contar tus propias historias, ¿por qué no te animas a estudiar algo relacionado con el cine?
En la Escuela Universitaria de Artes TAI, por ejemplo, puedes encontrar una formación de calidad, con programas especializados y oportunidades para desarrollar tus propios proyectos, como el Máster en Dirección de Cine y Series de TV.
Hoy en día, gracias a Internet y a la tecnología, puedes acceder a formación de este tipo desde casi cualquier lugar del mundo. Así que ya no es cuestión de “dónde estudio”, sino de “cuándo empiezo”.”
Claro que a veces el tema económico influye, pero muchas veces el verdadero reto es ponerte metas, crearte un propósito y empezar a moverte.
Así que si algún día te animas a hacer un corto, una peli o algo que va más allá de tu cabeza y se plasma en la pantalla, ¡cuéntamelo en los comentarios! Me encantaría verlo. Seguro que hay ideas súper creativas y maravillosas que esperan ver la luz.